domingo, 6 de agosto de 2017

CABALLEROS DE NUESTRA SEÑORA: APLICACIÓN DE LA DECLARACIÓN DEL CAPÍTULO GENERAL







ORDEN DE SANTA MARÍA
OBSERVANCIA DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA

Maestrazgo de la Orden

Circular General n° 04.191 23 de julio de 2017



Aplicación de la Declaración del Capítulo General


Según sus Constituciones, la Orden continuará « apelando al ministerio del clero que permaneció fiel », es decir, no aliado oficialmente a la jerarquía neo-modernista y dejará de recurrir a una FSSPX que se sometiera a la jerarquía conciliar y abandonara la noción de « estado de necesidad ».

En cuanto a los miembros individualmente, deberán dar muestras a una de determinación para atenerse, en la medida de lo posible, a las mismas normas, evitando las excusas y soluciones fáciles; y de de la prudencia necesaria, teniendo, por ejemplo, en cuenta las circunstancias particulares de los países y regiones donde viven si no pueden ser asistidos por los sacerdotes que deseamos, incluso para los bautismos, matrimonios y entierros. Si están casados, deberán tomar las decisiones que se impongan con su esposa, teniendo en especial atención a sus hijos, sobre todo si son ya grandes. Para los matrimonios, acudirán a sacerdotes que actúen, como hasta ahora, en virtud de la jurisdicción de suplencia, rechazando recurrir al Ordinario del lugar.

Es de ese mismo tacto que hemos querido dar muestras guiando, en un período de cerca de 20 años, a la mayor parte de nuestros hermanos a comprender las crisis que se sucedieron en el interior mismo de la Tradición y de la Fraternidad San Pío X, saldadas por partidas numerosas – y a menudo grupales – de profesores y seminaristas de Ecône, Argentina y Estados Unidos, o de sacerdotes de diferentes regiones; crisis seguidas, después de las consagraciones de 1988, por la disidencia de la Fraternidad San Pedro, el abandono del Barroux o del Oasis, la rendición pura y simple de los sacerdotes de Campos y de los Redentoristas, la constitución y quiebra de la Fraternidad San Juan o la creación del Instituto del Buen Pastor.

Es en estas circunstancias que, sobre todo desde 1998, la Orden, restaurada nueve años antes en la Tradición, quiso hacer tomar conciencia a sus miembros de los peligros que se suceden, viniendo no sólo del exterior, sino a menudo de los cómplices liberales en las mismas filas de la Tradición, iluminación dada durante los capítulos, en circulares (la primera de este tipo el 21 de febrero de 1999) y gracias a la formación por manuales, síntesis y antologías de citas de papas, obispos, y de Mons. Lefebvre en particular. La crisis tomó mayor amplitud en 2012, al hacerse manifiesto que el peligro no venía sólo del interior de la FSSPX, sino de sus mismos superiores.

A lo largo de estas diversas batallas, la Orden en conjunto permaneció muy unida, pero perdió en cada una algunos miembros, que partieron por conveniencias personales o por hartazgo, usando incluso a veces esas situaciones delicadas como pretexto para abandonar el combate. La Regla insiste, sin embargo: « Recuérdese siempre que la Orden no es una reunión fortuita de individuos persiguiendo cada cual su objetivo particular, ni un círculo intelectual y mundano, sino un cuerpo orgánico constituido de miembros unidos en la vida y la muerte, en el amor y servicio de las mismas grandes realidades. » (II, 1)

Tendrán presentes los hermanos deseosos de permanecer fieles a su vocación y compromiso estas advertencias de Mons. Lefebvre, permaneciendo separados en lo posible de los « ralliés » (incluyendo a la FSSPX, llegado el caso) y los sedevacantistas (o cripto-sedevacantistas del tipo no una cum [*]).

En sus últimos meses de vida, declaraba él muy pertinentemente: « Dicen: la misa está bien, vamos. Sí, está la misa, que está bien, pero también está el sermón, el ambiente, las conversaciones, los contactos de antes y después, que hacen que de a poco se cambie de ideas. Es, pues, un peligro... » (Fideliter n° 79, pp. 7-8).

Ya había dicho: « Entonces ¿cuál es nuestra actitud? Es claro que, con todos los que nos dejan o han dejado por el sedevacantismo o porque quieren someterse a la jerarquía actual de la Iglesia, aun esperando conservar la Tradición, no podemos mantener relación. No es posible. Nosotros decimos que no se puede estar sometido a la autoridad eclesiástica y guardar la Tradición. Ellos afirman lo contrario. Es engañar a los fieles. Podemos tenerles estima, no es cuestión de insultarlos, pero no queremos entablar polémicas y preferimos no seguir en contacto con ellos. Hay que hacer el sacrificio; pero no ha empezado hoy: dura desde hace veinte años. » (Flavigny, diciembre de 1988)

« Pienso que tal vez hay que tener cuidado de evitar todo lo que podría manifestar, por expresiones demasiado duras, nuestra desaprobación por los que nos dejan. No cargarlos de epítetos que pueden ser tomados como algo injuriosos. Eso no nos sirve para nada, me parece que al contrario. Personalmente, siempre tuve esta actitud frente a los que nos abandonaron – y Dios sabe que ha habido en la historia de la Fraternidad; la historia de la Fraternidad, es casi la historia de las separaciones – siempre tuve como principio: no más relaciones, se acabó. Nos dejan, van hacia otros pastores: no más relaciones. Tanto los que partieron como « sedevacantistas » como los que lo hicieron porque no éramos suficientemente papistas, todos trataron de arrastrarnos a la polémica. Jamás contesté palabra. Rezo por ellos, eso es todo ». (La Visibilidad de la Iglesia y la Situación Actual, Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter n° 66, noviembre-diciembre de 1988)

En el caso de la misa nueva, Mons. Lefebvre recomendaba cumplir el precepto dominical en casa, rezando, por ejemplo, el rosario.

Estas citas pueden parecer un poco largas, pero probablemente sea útil recordar que la prudencia de Mons. Lefebvre se veía acompañada de gran caridad y suavidad y de mucha paciencia y tacto, que debemos imitar, permaneciendo muy firmes.

¡Santa María, líbranos del perjurio!
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[*]: el texto se refiere a los sacerdotes que omiten la mención de Francisco en la misa, sin juzgar -dicen ellos- acerca de si Francisco es o no es Papa. Tal actitud, correctamente calificada como "cripto-sedevacantismo" por los Caballeros de Nuestra Señora, se aparta, sin duda, del pensamiento de Mons. Lefebvre. Nota de NP.